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V INGRESO AL PARTIDO CONSERVADOR


Casi paralelamente a los acontecimientos relatados, sobre todo a partir del momento en que se define la vocación personal de Bernardo Leighton por la política, hay en marcha un proceso importante al interior de muchos jóvenes universitarios católicos. Crece en ellos el deseo de ingresar a la vida política para tratar de realizar allí sus ideas cristianas. La encíclica de Pío XI "Quadragessimo Anno", publicada el 15 de mayo de 1931 para conmemorar los cuarenta años de la primera gran encíclica social "Rerum Novarum" de León XIII, da un impulso decisivo a esta voluntad en ciernes. Encuentra allí ideas centrales que los interpretan plenamente, avaladas por la altísima autoridad del Sumo Pontífice.

Se plantea entonces la duda respecto al partido político al cual ingresar. Para la mayoría, el Partido Conservador está a la mano y hasta por parentesco muchos tienen relaciones directas con él. Pero tienen objeciones para dar un paso semejante.

En efecto, grupos importantes de conservadores, y oficialmente como partido, han mostrado más bien simpatía por la dictadura de Ibáñez. El hecho de que ella hubiera perseguido a varios de sus hombres, Gumucio entre ellos, no les ha parecido argumento suficiente para quitarle su apoyo. Sólo muy al final y cuando ya el edificio del régimen se precipita inexorablemente a tierra, empieza a cambiar esta actitud.

Los jóvenes católicos discrepan de esta conducta. Tampoco comparten una cierta interpretación del cristianismo demasiado tradicional y políticamente obsecuente con el sistema global capitalista que organiza a la sociedad. Héctor Rodríguez de la Sotta, al exponer su pensamiento en la Convención del Partido Conservador de septiembre de 1932 sin apartarse de su posición democrática y antidictatorial, explicita casi con brutalidad esta forma de ver las cosas:

"Que haya pocos ricos y muchos pobres", -dice- "es un hecho natural inevitable, que existirá mientras el mundo sea mundo. Esta dentro del plan providencial que así sea, y todos nuestros esfuerzos por evitarlos resultarán infructuosos. Y si esos esfuerzos llegaran a fructificar, alteraríamos de tal forma el orden natural, que la humanidad quedaría condenada a desaparecer".

Su fórmula consiste en "mantener nuestro actual régimen económico-social, llamado capitalista, corrigiendo sus defectos mediante una intervención moderada y sumamente prudente del estado y estimulando dentro de él la cooperación, que tan espléndidos resultados ha dado en todas partes". (8)

Bernardo Leighton recuerda las reservas que les producía el Partido Conservador:

"Nuestras relaciones con él no fueron espontáneas ni nacieron desde el comienzo de nuestra actividad política. Su actitud colaboradora con el gobierno de Ibáñez lo había desprestigiado ante nosotros, cosa que también le sucedió a otros partidos a los que tampoco les fue muy bien dentro de la juventud de esa época. Personalmente, cuando trabajé en el norte por don Juan Esteban Montero en la campaña electoral de 1931, tuve el primer contacto más concreto con el Partido Conservador, pero, como ya lo he expresado, bajo las órdenes personales de don Rafael Luis Gumucio y no por un deber de militancia política."

"Fue precisamente él quien logró terminar con nuestra duda respecto al partido al cual ingresar."

En efecto, a comienzos de 1933 Leighton hace efectiva su decisión tomada poco antes y se inscribe en los registros del Partido Conservador junto con Manuel Antonio Garretón y algunos otros. Titulado de abogado el 8 de junio de 1933 se consagra plenamente, a partir de entonces, a la actividad política partidista.

"Personalmente me puse a trabajar en la secretaría provincial de Santiago del Partido Conservador, que presidía don Diego Silva Henríquez. Mantuve a la vez contacto con el Centro de Estudiantes del Partido Conservador y con la gente que seguía en la ANEC. Durante el año 1934 se fue creando la idea de organizar la juventud conservadora a lo largo de todo el país, dándole una estructura orgánica dentro del partido. Me pidieron a mí que presidiera una Comisión destinada a darle forma a esta gran empresa, que debía culminar en una concentración nacional de las juventudes conservadoras de Chile. Fijamos como fecha de realización de la misma los días 11, 12 y 13 de octubre de 1935. El trabajo central que nos propusimos fue el de llevar a cabo todo un plan de giras por el país. Entre los que tomamos parte en esta tarea recuerdo muy bien, entre otros, a Radomiro Tomic, Miguel José Irarrázabal y Ricardo Boizard. Pasamos por muchas partes y nos fuimos reuniendo en todas ellas con dirigentes jóvenes del Partido Conservador que ya militaban en él, pero que no formaban una organización especial en su seno. Conocimos a mucha gente durante esa época. Así fuimos creando en todas partes pequeños núcleos representativos de la comisión organizadora, para que fueran formando las bases de provincias. Hecho esto, seguimos manteniendo la comunicación por escrito. La fecha de la gran concentración fue escogida con clara intención americanista. Ya desde ese instante nos pareció necesario mostrar la vinculación de América Latina con el pensamiento cristiano. Por eso efectuamos su inauguración el día 12 de octubre".

"El 22 de julio de 1934 apareció el primer número de un periódico semanal que tuvo mucha importancia para nosotros, pues nos sirvió de canal de expresión durante 6 años. En él se encuentran nuestros primeros desarrollos del pensamiento social-cristiano. Me refiero a "Lircay". Su primer director fue Radomiro Tomic. En su primera etapa hasta el 12 de octubre de 1935, fue el órgano oficial del Centro de Estudiantes del Partido Conservador".

El 24 de abril de 1935 se lee en "Lircay" el siguiente aviso convocando a la decisiva reunión de Octubre:

"Gran Concentración Nacional de Juventudes del Partido Conservador. En octubre próximo, Santiago será sede de una gran concentración nacional de juventudes del Partido Conservador. Expondremos ante la faz del país la integridad de nuestros ideales, la vitalidad de nuestra causa, la capacidad y el entusiasmo de nuestras juventudes. !Un espíritu joven en un viejo partido!"

Leighton es invitado a presidir la inauguración de este evento, que se lleva a cabo en la fecha anunciada, esto es, el 11 de octubre de 1935. Pronuncia entonces un discurso escrito, cosa rara en él a lo largo de su vida. Algunos párrafos marcados son los siguientes:

- "Estoy cierto de traducir el pensamiento vuestro invocando, al inaugurar esta concentración, tres grandes nombres: el nombre del Creador Supremo, hacia quien convergen todas las aspiraciones centrales del católico; el nombre de la Patria, cuyo pasado nos inspira, cuyo presente nos preocupa y cuyo porvenir nos invita a luchar hasta vencer, y el nombre del Partido Conservador, dentro del cual queremos realizar nosotros la interpretación chilena del ciudadano cristiano".

- A los que vienen de provincia les dice: "Hablad, en nuestras asambleas y al pie de los monumentos históricos, fuerte y claro, de manera que os oiga el país entero y entienda, de una vez para siempre , que la República no es Santiago y que vosotros estáis resueltos a defender el prestigio de la Patria cada vez que en la capital no sepamos defenderlo bien".

- "Debemos, a un mismo tiempo, precisar una idea, precisar una organización disciplinada y estable de la Juventud Conservadora y precisar también un programa de acción y de trabajo".

- "Tenemos la obligación de sembrar principios de verdad en las inteligencias, imperativos de bien en las voluntades y arrebatos de generosidad en los corazones".

- "Indudablemente, que nada nuevo sustancial podremos decir, pues nos enorgullece la obediencia a una doctrina milenaria gracias a la cual el hombre es hermano del hombre; el gobernante no es superior al súbdito como persona, sino como mandatario de una autoridad más alta; los padres pueden defender la vida y el alma de sus hijos; las mujeres: el honor de sus conciencias, y tienen los pobres el privilegio inusitado, considerando las costumbres de la antigüedad gentilicia, de reclamar para ellos, a título de pobreza, la atención preferente de las autoridades públicas. Sin embargo, así como el tiempo envejece al error, a la verdad la rejuvenece misteriosamente y podemos oponer nosotros, en respuesta a los errores liberales y socialistas, ya demasiado viejos, la eterna novedad del Cristianismo. Por una paradoja, a que conducen siempre las debilidades humanas, el orden de la justicia y de las misericordias, añoso en la apariencia es, en pleno siglo XX, soberbio y temeroso de si mismo, la síntesis definitiva de un orden nuevo. A ese orden nuevo deben aspirar, con todo el frenesí de su vehemencia a objeto de realizarlo en Chile, las falanges juveniles del Partido Conservador".

- "Seríamos traidores a la integridad de nuestra doctrina cívica si frente a la miseria, que aún la vemos morar en nuestras calles, propiciáramos como único remedio la ayuda al capital o el alza de los salarios, si en presencia de injusticias, cometidas por el ciudadano contra el Estado o por el Estado contra el ciudadano, nos limitáramos ingenuamente a propiciar el fortalecimiento inorgánico del poder o la ruptura total de la disciplina política, y seríamos, por último, mil veces traidores, si los arrestos guerreros de otros pueblos nos indujeran a despertar pasiones agresivas en el nuestro, en lugar de advertirnos, recordándonos las lecciones de nuestra propia historia, que las nacionalidades se prestigian, se engrandecen y se defienden mucho más por la paz que por la guerra, mucho más por el derecho que por la fuerza, infinitamente más por el trabajo ordenado de sus hijos que por la sangre y las lágrimas de los extranjeros".

- "Es de justicia que suban los salarios del obrero, hasta que alcancen para el alimento, el techo, el vestido y la educación de su familia; pero que también suba simultáneamente, en la preocupación de los poderes públicos, la conciencia de que los trabajadores no son únicamente cuerpos que se nutren y que mueren, sino almas llamadas a vivir eternamente y que, por lo tanto, es necesario proporcionarles, junto con los medios materiales requeridos por la existencia terrenal, los medios espirituales indispensables para asegurarles, con certeza, un descanso feliz mas allá de este mundo".

- "Sí, que se ayude a la riqueza acumulada y destinada a facilitar la mayor producción de bienes económicos, es decir, al capital, siempre que esa ayuda no vaya en injusto menoscabo del salario, no favorezca el desequilibrio de la economía nacional en provecho de particulares ramas de la producción y, sobre todo, siempre que no conduzca ella, directa o indirectamente, a la prepotencia de imperialismos, que no debemos aceptar jamás por la dignidad de Chile".

- "Y el Estado que no absorba al ciudadano privándole de su libertad, porque el ciudadano, esencialmente, ha sido hecho para Dios y no para el Estado. Pero tampoco, que se independice el ciudadano del Estado, privándole a éste de su autoridad legítima, porque el Estado, representante supremo de la sociedad civil, es también una creación divina y tiene por objeto, en conformidad a la contextura moral de las personas y física de las cosas, coordinar los esfuerzos individuales que son por naturaleza insuficientes, a fin de procurar el bien de la comunidad, atendiendo, en primer término, a los débiles, a los desamparados y a los humildes. El bien de la comunidad exige, asimismo, que se restablezcan, entre el soberano y el súbdito, aquellos organismos intermediarios, 'connaturales', según el Pontífice reinante, bajo cuya techumbre honesta los hombres de trabajo encontrarán de nuevo segura y protectora acogida".

- "No obstante, la organización corporativa de la sociedad no podemos aceptarla nosotros en desmedro de los derechos esenciales de la persona humana; derechos que no fueron reivindicados, con sangre de europeos por la revolución francesa, ni es dable que conquiste ahora, con sangre de africanos, la revolución fascista, puesto que constituyen ellos el patrimonio exclusivo de la Cristiandad, al precio de una sangre derramada por el Mesías mismo".

- "¡Juventud del Partido Conservador, escucha un solo momento! Dos concepciones universales informan la síntesis de nuestro credo político: la primera se refiere a Dios, la segunda se refiere a Chile. Aquella nos habla de actuaciones cívicas, respetuosas de la dignidad del hombre y que tienen por finalidad última cooperar a la obra redentora de la Iglesia, mediante la organización de un régimen civil, dentro del cual, el mayor número de personas posea el mayor número de posibilidades, morales y económicas, que le facilite el conocimiento de la verdad y la práctica de la virtud. La otra nos habla de este régimen civil y tiende a darnos un concepto católico del patriotismo, el que si bien nos señala un puesto en las filas del Partido Conservador, nos sitúa, sin embargo, por encima de los partidos políticos, de la misma manera que la vida y el programa de nuestra colectividad la han colocado siempre en una posición histórica y doctrinariamente nacional. No estamos, pues, jóvenes conservadores de Chile, al servicio de un ideal limitado, cuyo triunfo debiéramos pedir a la imposición violenta o a la macuquería y al personalismo: estamos al servicio de la unidad chilena, que, confiadamente, esperamos realizar por el empuje de nuestras convicciones, por el esfuerzo de nuestras actividades, por el optimismo de nuestros espíritus y por la intercesión de nuestras plegarias. Que lo sepa el país, primero para que nos comprenda y nos respete y, en seguida, para que emprendamos todos los chilenos la caravana triunfal del porvenir en una gran república de hombres libres, dignamente convertidos en hombres cristianos".

En este importante discurso, Leighton ha plasmado muchos de sus planteamientos de esa época. Todo su texto esta impregnado de fe religiosa, hecho que marca la acción de los jóvenes conservadores en esta etapa. Más adelante separarán este aspecto de los planteamientos políticos. Hay también en él un contagioso optimismo en la fuerza misma de las ideas que profesan y en la capacidad de transmitirlas y hacerlas aceptar por otros. Es un lenguaje algo triunfalista, influido todavía por el tono con que la Iglesia llevaba a cabo su acción en aquel tiempo. Esto se modificaría en el futuro, tanto en los jóvenes de ese entonces, como en la Iglesia.

Este no fue el único discurso. Leighton recuerda el de Tomic, que termina con estas frases encendidas de entusiasmo: "Patria nuestra, patria nuestra, con tu nombre en el pecho se ha puesto de pie una juventud". "La ovación que recibió fue impresionante", acota Leighton. Otro momento emocionante "quedó para siempre grabado en nosotros. Hablaba don Rafael Luis Gumucio y tuvo un instante de vacilación, producto de una pequeña molestia cardíaca. Debió paralizar la lectura de su discurso durante cortos segundos, que todos percibimos con ansiedad. Al recuperarse, dijo con voz fuerte y profunda: 'No importa que este corazón ya viejo no pueda más latir si hay miles de corazones jóvenes que seguirán latiendo'. Sus palabras nos hicieron llorar a todos. Un joven, Raúl Recabarren, expresando lo que todos sentíamos exclamó: ¡Dios conserve por mucho tiempo esta preciosa existencia! El recuerdo imborrable de este momento fue evocado posteriormente en muchas ocasiones".

"La Concentración Nacional fue todo un éxito y terminó creando el Movimiento Nacional de la Juventud del Partido Conservador".

"Lircay" reflejó la nueva situación a partir de su número 18 del 8 de noviembre de 1935, al aparecer ahora como "Organo oficial de la Juventud Conservadora de Chile". Allí publicó los llamados '18 puntos de la Juventud Conservadora', especie de declaración de principios, muy brevemente enunciados, aprobada por la Convención. (9)

De esta manera quedaba sellado el punto de partida de un proceso de dimensiones históricas. Leighton, elegido por aclamación como primer Presidente de la Juventud Conservadora, lo encabezaría con energía.

Posted by Otto Boye 9:20  

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